Una de las frases que más escucho es: “Sé que otras mujeres lo han pasado peor, no sé si tengo derecho a pedir apoyo”. Y me detengo ahí. Porque ese pensamiento, aunque común, es profundamente injusto contigo.
No necesitas estar rota para buscar contención. No necesitas estar “al borde” para hablar. A veces, lo que duele no es lo que pasó, sino haber tenido que sostenerlo sola.
Cada mujer merece un espacio donde pueda sentirse vista y escuchada, sin necesidad de explicar por qué. Tu experiencia es suficiente. Tu emoción es válida. Tu necesidad importa.
Pedir ayuda no es un signo de debilidad. Es una forma de respeto hacia ti misma.