Cuando hablamos de un embarazo no deseado, solemos enfocarnos en las opciones o decisiones a tomar. Pero muchas veces, lo que más necesita cuidado no es la decisión… sino lo que sentimos antes, durante y después de ella.
He acompañado a muchas mujeres que me dicen: “Ya tomé la decisión, pero no me siento en paz” o “No me atrevo a contarle a nadie cómo me siento”. Y esa es una realidad muy común: las emociones no se ordenan al mismo ritmo que los hechos.
Por eso, el acompañamiento emocional no se trata solo de estar en el momento crítico. También está en el después. En ese espacio invisible donde las mujeres lidian con culpa, alivio, nostalgia o rabia. A veces con todas a la vez.
Cada emoción merece un espacio. No hay emociones equivocadas. Y poder nombrarlas en voz alta, en un entorno seguro, puede ser profundamente reparador.